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Febrero 6, 2024

Gene Smiley

Los derechos de propiedad privada son los derechos de una persona a utilizar su propiedad de la forma que elija siempre que no utilice la fuerza ni cometa fraude contra ninguna otra persona.

 Uno de los primeros economistas en destacar la importancia de los derechos de propiedad fue el economista austriaco Carl Menger. En 1871, Menger observó que, para la mayoría de los bienes, las cantidades disponibles eran insuficientes para satisfacer las necesidades de todos. Potencialmente, el interés de cada consumidor se oponía al de cualquier otro consumidor en la lucha por obtener algunos de los bienes escasos:

...con esta oposición de intereses, se hace necesario que la sociedad proteja a los diversos individuos en posesión de bienes sujetos a esta relación contra todos los posibles actos de fuerza. De este modo, pues, llegamos al origen económico de nuestro orden jurídico actual, y especialmente de la llamada protección de la propiedad, base de la propiedad...La propiedad, por tanto, al igual que la economía humana, no es una invención arbitraria, sino más bien la única solución prácticamente posible del problema que, en la naturaleza de las cosas, nos impone la disparidad entre las necesidades y las cantidades disponibles de todos los bienes económicos.1

Los derechos de propiedad privada son, pues, una institución social que tiende a instaurar la paz y la armonía en una sociedad de personas libres. De hecho, son uno de los principales fundamentos de una sociedad libre. No puede haber libertad personal o política sin libertad en el uso de la propiedad. Limitar un tipo de libertad limita todas las libertades. Pero el papel social de los derechos de propiedad privada va mucho más allá. Desde principios del siglo XIX hasta bien pasada la mitad de este siglo, los estadounidenses tuvieron los ingresos más altos y de más rápido crecimiento del mundo. El principal factor de este creciente nivel de vida fue la seguridad de sus derechos de propiedad.

Con frecuencia se sugiere que la razón de este rápido crecimiento no fueron los derechos de propiedad de los estadounidenses, sino el hecho de que Estados Unidos estaba más avanzado tecnológicamente que otras naciones. Sin embargo, el conocimiento tecnológico tiende a fluir fácilmente entre países.

Consideremos, por ejemplo, el fracaso de Gran Bretaña a la hora de impedir la difusión de los conocimientos técnicos necesarios para producir en masa tejidos de algodón. En 1789, Samuel Slater, un mecánico, emigró a Estados Unidos con esos conocimientos y, con el capital de Moses Brown y William Almy, inició la producción textil de algodón utilizando las innovaciones británicas. En 1810, un comerciante de Boston, Francis Lowell, observó la maquinaria textil británica en un viaje por Inglaterra. Memorizó los diseños y a su regreso a Estados Unidos encargó a un mecánico, Paul Moody, que construyera maquinaria a partir de los planos que había memorizado. Moody mejoró estos diseños y en 1813 se fundó la Boston Manufacturing Company, la primera de las grandes empresas textiles estadounidenses. En 1850, Estados Unidos se había convertido en uno de los principales productores textiles de algodón.

O pensemos en la industria siderúrgica de finales del siglo XIX. La tecnología desarrollada para producir acero no era ningún secreto para los productores de otros países. Pero Estados Unidos llegó a dominar tanto la producción de acero que producía más acero que el resto del mundo junto. Andrew Carnegie, un inmigrante escocés, derribó de buena gana viejas plantas siderúrgicas para construir otras que incorporaran la tecnología más avanzada porque estaba seguro de que eran de su propiedad. A finales del siglo XIX, la Carnegie Steel Company era la mayor del mundo.

La existencia de derechos de propiedad seguros y de leyes contractuales proporcionó el impulso necesario para que estos y otros estadounidenses trabajaran, crearan e invirtieran. Jonathan Hughes ha escrito: "La gente estaba dispuesta a hacer sacrificios extremos para adquirir derechos de propiedad, a comprometerse en empresas con beneficios lejanos -desde la roturación de tierras hasta la construcción de acerías- con la esperanza de obtener beneficios personales o familiares de la propiedad". Como ha señalado Hughes, los redactores de la Constitución consideraban que los contratos privados eran tan importantes que se les dio prioridad sobre los poderes legislativos de los estados. (Cabe señalar que el Tribunal Supremo invirtió esta situación en la década de 1930 cuando derogó todas las cláusulas sobre el oro en los contratos para permitir que el gobierno federal declarara ilegal que los ciudadanos poseyeran monedas y/o lingotes de oro).

El sistema estadounidense de seguridad de los derechos de propiedad privada ha proporcionado a Estados Unidos una mayor estabilidad social que la de la mayoría de los demás países. La única gran lucha en Estados Unidos, la Guerra Civil, se debió fundamentalmente a la percepción de los sureños de que sus "derechos de propiedad" sobre los esclavos negros estaban amenazados. Por supuesto, los esclavistas sureños sólo tenían esos "derechos" porque utilizaban el poder del gobierno para aplastar a los negros; derechos de propiedad.

En muchos países, los sindicatos se convirtieron en vehículos para promover cambios sociales, ya fuera a través del proceso político o de la revolución. Aunque siempre hubo algunos grupos de este tipo en Estados Unidos, como los asociacionistas de la década de 1840, los socialistas marxistas, los socialistas lassalleanos y los anarquistas de la época posterior a la Segunda Guerra Mundial, y los Trabajadores Industriales del Mundo después de 1905, siempre fueron grupos menores o marginales.

Los sindicatos dominantes de finales del siglo XIX y del XX, la Unión Nacional del Trabajo, los Caballeros del Trabajo y la Federación Estadounidense del Trabajo, rechazaban en general el radicalismo. Optaron por un programa económico de mejora de los salarios y las condiciones laborales de sus miembros en lugar de convertirse en un partido político con objetivos políticos.

La razón fundamental era que los propios trabajadores eran propietarios con interés en mantener la sociedad y los derechos de propiedad existentes. Tenían expectativas razonables de acumular propiedades adicionales. Los programas políticos que abogaban por la alteración o destrucción de los derechos de propiedad privada y los contratos se consideraban correctamente contrarios a los intereses de la mayoría de los trabajadores.

En una sociedad móvil y en crecimiento, los derechos de propiedad privada y las leyes contractuales se convierten en lo que Hughes denomina el "vínculo social" que aporta paz y estabilidad. Gran parte del crecimiento, la prosperidad y la libertad sin parangón de que han disfrutado los ciudadanos de Estados Unidos durante más de 200 años se debe a la existencia de derechos de propiedad privada y leyes contractuales seguros.

1.Carl Menger, Principles of Economics, traducción de la edición de 1871 por James Dingwall y Bert F. Hoselitz (Nueva York: New York University Press, 1981), p.97

2.Jonathan Hughes, American Economic History, 2ª edición (Glenview, IL: Scott, Foresman, and Co., 1987), pp. 577-78